lunes, 6 de octubre de 2008

APOLOGÍA DEL DÍA "ASÍ... MEDIO-JODIDO"

El Sr. Bardallo, licenciado en “cosas-de-la-vida”, doctor honoris causa en Mitología Urbana por la Universidad Global del Mundo, estudioso (sin título reconocido) de las formas de existencia más mediocres y experto en todo aquello que no reporta beneficio económico alguno; sin fines crematísticos y ningún ánimo (de lucro), nos hace llegar otro informe, como siempre del máximo interés y el mínimo rigor:

UN DÍA MEDIO-JODIDO. (por el Sr. Bardallo)


(Martirio de san Esteban, s. XVI; Juan de Juanes)

Y qué hay más costumbrista, más cotidiano, más de ti y de mí, de los dos, que un día, así…, medio-jodidito.

Primero que nada aclaremos de qué hablamos cuando decimos… “sabés que tuve hoy un día, así… medio-jodidito”. Porque, ateniéndonos a la pura literalidad de la expresión, pareciera que todo fuese bien, que las cosas marchaban rodadas hasta que… ZAS, a las 12:00 p. m. sufrieron tremendo revés, punto de inflexión a partir del cual todo-para-atrás.

Pero no, no es exacta exactamente así, un día medio-jodido no es un fifty fifty, 12 horas de comunión con el devenir del universo y otras 12 de estar dándose a los demonios. El día medio-jodido es un trabajo fino de orfebrería realizado por las “parcas intratables” (porque las parcas son siempre así, “intratables”) que mezclan una pizca de infortunios con otra de detalles que van fetén. Cuando te desayunas con una catástrofe natural (esa canita nueva es simplemente “natural”, no llega a catástrofe, catastrófico es creerse uno que será joven eternamente), con la subida del petróleo, un aviso de embargo o una notita de la amante/mujer/querida/muñeca-hinchable… “Cariño, todo bien…”, y si todo va bien ¿por qué molestarse en redactar una nota?, pero sigamos, “y vos sos un amor…”, con lo que le costó siempre a la mina agarrar una birome, además, “vos sos un amor…”, no son, ni con mucho, palabras textuales de la noche anterior, “yo te amo, eso bien lo sabés vos…”, ya estamos entrando en apreciaciones subjetivas, “…pero no lo soporto más”, aha!!!, ahí está, ya te lo decía, se rajó con otro, luego el tamaño… sí que importa, ya te lo decía yo, ya te lo decía!!! (y también te dije… “cuídate de las argentinas”, ¿te lo dije o no te lo dije?. Te lo dije). Sucesos de este jaez, independientemente de que, al instante, luzca un sol primaveral, convierten las siguientes 24 horas, ipso facto y por vía de urgencia, en una mierrrrda de día, cuyos efectos pueden ser devastadores hasta el punto de cagarte la semana toda, el mes… incluso el cuatrimestre. Tampoco dan para pasársela lamentándose uno y lamiéndose la herida por el resto de sus días, que una cosa es ser “sensible” y otra, muy distinta, ser “de mantequita”.

Sin ir más lejos, les pongo ayer como ejemplo paradigmático de lo que viene a ser “un día, así…, medio-jodido”.

El inicio es canónico, se va la luz durante la noche, consecuencia directa de ello algo se largará oler mal al día siguiente en la cocina, tocará programar la hora a los 334 electrodomésticos que la requieren para funcionar como es debido: lector de DVDs, microondas, equipo de altísima fidelidad, aparato de aire acondicionado, secador de pelo (para qué mierrrda necesitará la hora el secador de pelo?)… y, fundamental, el despertador se desentiende de sus funciones y donde debiera hacer “riiiiiiiing” o “tiritití, tiritití, tiritití…” o “UN SEGUNDO MÁS DE VIDA YO…”, opta por el más absoluto mutismo. Si aún no te convertiste en un engranaje más del sistema, si conservas la conciencia tranquila y la ingenuidad de un niño en el regazo materno, despertarás alertado por los rugidos de tu propio estómago, cuando estén por dar las dos del medio día, pero si eres ya todo un “trabajador”, tu propio radio-despertador del proletario se ocupará de sacarte del sopor matinal con el tiempo justo justo justo de hacerlo todo mal y corriendo para llegar “sólo” 10 minutos tarde a la oficina.

En mi caso… no es el biorritmo de clase obrera el que me desvela, es un perro de 38 kgs. que a las 8 de la mañana “se mea y se mea”, fuera de casa o dentro de casa, se mea. Ahí comienzan, estrictamente, las 17 horas de vigilia de “un día, así…, medio-jodidito”. Saco perro, mea y caga perro, entro perro, pongo a tostar pan, mientras tanto dejo haciéndose el café, ahora me agarran a mí las ganas de…, y resulta ser una de esas lar rrrrgas, cosa de que cuando regreso están las tostadas quemadas, no tanto como para tirarlas pero lo suficiente para que dejen ese regusto a ceniza en la boca, y el café hirviendo, suerte que carezco de paladar para el café. En fin, que discurren esos primeros momentos de la mañana tal que si fuera otro día cualquiera, salvando que todo sabe un poquito peor, huele un poquito peor y se desarrolla algo más rápido, como a “2x”.

Dejo todo manga por hombro y me dispongo a salir pero….¡no encuentro las llaves de casa!, hago memoria mientras registro los 60 m2 útiles de vivienda de VPO, “están… en el bolsillo interior de la cartera que… llevé ayer al laburo y que hoy… ¡tengo colgada del hombro!”, cierro puerta, echo llave y recién caigo en la cuenta de que tampoco recuerdo dónde dejé el coche (capaz que en el garaje), es igual porque yo al trabajo voy andando, sólo que justo se largó llover, así que prefiero ir en coche pero… “¿dónde mierrrda dejé el coche?. Ah, sí, capaz que en el garaje..." Y, con tanto quilombo, llego al trabajo 5 minutos más tarde de lo habitual, que es 20 minutos más tarde de la hora a la que se supone que debo llegar, y tuvo que ser ayer, que al jefe se le dio por venir lo suficientemente temprano como para tenerme preparada la cara de orrrto.

Ahora la de cal (¿o la de arena?), me inspiro, siendo de esas veces en las que el edificio me encaja dentro del solar, las viviendas dentro del edificio, los baños dentro de las viviendas, los inodoros en el interior de los baños… “ha pasado un caballero, ¿quién sabe por qué pasó?”. Me vuelvo una especie de “Elegido” de la arquitectura de bajo coste, no veo líneas ni veo puntos, sólo un código binario verde radiactivo sobre fondo negro parpadeante chorreando por el monitor. Soy el Neo de las viviendas de VPO, el Mesías de los metros cuadrados útiles que son útiles de verdad, el profeta de los-cuatro-ambientes-sin pasillo-tipo-tubo… Casi me dan ganas de arrojarme por el balcón para corroborar que, efectivamente, vuelo (pero me las aguanto, las ganas, viste? porque… nunca se sabe).

Toca la de arena (¿o es la de cal?, bueh). Entonces, de repente, un sonido sin origen determinado, un “CHOM”, grave y reverberante, como la inflexión dentro de una sinfonía de Wagner, “CHOM” e, inmediatamente, letras en negro sobre recuadro gris rezan: “Se ha producido un error inesperado en el sistema…”, inesperado ¡las pelotas! “…y el programa debe cerrarse”, no querido, “debe” es otra cosa, lo que tú me quieres decir es que el programa se va a cerrar, sí o sí. Sea como fuere, “¿Desea guardar los cambios?”, “Para NO guardar los cambios pulse ”, “Para SÍ guardar los cambios pulse NO”. “Para pedir ayuda al asistente grite SOCORRO”. Obviamente, qué hago, grito “¡SOCORRO!”, pero así, “SOCORRO”, sin antes “curar” la voz, sin gárgaras con miel y limón, ni calentamiento previo, y empujando con el diafragma, esté éste donde esté (o esté donde esté éste o esté donde éste esté, que no es lo mismo, pero es igual). A lo que sigue el mensaje, “Ha elegido usted perder las modificaciones realizadas, formatear el disco duro, que se proceda a la extracción de fondos de su cuenta bancaria, al embargo del adosadito y a sacarle la ropa, excepto los gallumbos”, ¡vaya por Dios!, eso justo ayer, que llevaba los de Superman.

Así las cosas, después de toda una mañana de denodado esfuerzo con resultados parciales excelentes, el cómputo total al finalizar la jornada laboral es de 0 proyectos realizados, 1 ordenador formateado y una reprimenda de las altas esferas que incluye dedo admonitorio, frases reprobatorias, palabras exhortatorias, insultos degradatorios y un recordatorio, “a final de mes renovamos el contrato… o quizá no”.

De camino al hogar, por más que ya esté entrado el otoño, 2.000º C a la sombra, además de que sombra, lo que se dice sombra, no hay, la que arroja el bordillo.“E cuando arribo a casa…”, un olor dulzón como a glicina, y dado que yo no soy muy aficionado a la jardinería, intuyo que proviene de la heladera, concretamente de algo que se está pudriendo allí. El causante viene a ser un sándwich doble que presenta un estado lamentable. Por no seguir lamentándolo yo, ni que siga auto-compadeciéndose él, me lo como y a la cama.

A la cama sí, porque me dispuse para una “siesta profesional”, que incluye cama, pijama, ventana cerrada, persiana corrida, cortinas echadas, su salivita colgando, su silencio sepulcral en derredor y el consecuente despertar rancio, en medio de un charco de sudor, con un humor de perros (de perros con malas pulgas) y la jaqueca como si me anduvieran edificando algo en el cogote (a mí, que no me distingo por mi actitud edificante). Dado este estado, no ha de extrañar que aprovechase para reprochar, vete a recordar qué, a la compañera de piso. Y si tenemos en cuenta que la susodicha, igualmente, recién se levantaba de su siesta particular y mortificante, a nadie sorprenderá que yo, a día de hoy, haya vuelto a vivir solo. Ni que me ponga un poquito nervioso cuando hablan, en el telediario, de la “chica desaparecida en Bormujos que no se presentó ayer en su trabajo, ni a estas horas se sabe nada de ella”.

Para colmo de males (tantos como para poner las 24 horas de ayer justo en el límite que separa el día “así… medio-jodido”, de un día catastrófico), el Barça se deja empatar un partido que iba ganando por 3 – 0 al Borussia de Monchenchinchanchunglasbashashsasa.

En este instante me hallo siguiendo la evolución en mí de un más que probable proceso de gastritis, derivado de la ingesta irresponsable de aquél sándwich con olor a glicina (pero no me arrepiento). De confirmarse mis más temidos augurios y terrible diagnóstico nos enfrentaríamos a un claro caso de “día de mierrrrrda”, que me va a tener acudiendo al escusado, como si de mi amada se tratase, cada media hora durante los próximos días.

Ojo, mucho ojo, con los días “así… medio-jodidos”, porque los grandes cataclismos se acaban ellos o lo acaban a uno, sin embargo, un exceso de estos días en el calendario puede hacer de la vida, nuestra querida, única, pasajera y frágil vida, una vida “así… medio-jodida”.

Pd. Ah no, no, perdón, no hay posdata.

Pd2. Va, venga, una posdata cortita: tanto cinismo...¡Alerta, se viene el hombre transpostmoderno!

5 comentarios:

Anónimo dijo...

me hiciste reir un rato, mi dia de mierda empezo asi, (el finde seman perdon) empezo con puteríos de pareja, (aveces preferiría ser menos cartesiana y talvez asi haría doler menos, sería menos cruel con el otro) aveces mejor uno pone la otra mejilla ante el cataclismo: se pasa, dura poco, son sólo 24 hs. (al margen: mi vivencia de cuarto de hora en medio minuto los hacen casi eternos...)
besos

Anónimo dijo...

Esto me suena...

Que hijoputa el del pedrolazo.

Sr. Bardallo dijo...

A Silvi: siempre es preferible un putiferio clandestino que un puterío de pareja. Y otra cosa, vale que el tiempo es relativo y bla bla bla, pero no abuse Silvi, NO-ABUSE.

A Gemmmmma: vio? de aquellos polvos vienen estos lodos. No sé qué es el "Pedrolazo" pero sobre que el tipo fuera un hijoputa... hay una alta probabilidad de que sí.

Anónimo dijo...

Los pedrolazos (también pedrolos) son las piedras grandes. También son llamadas así las grandes cabezas o las personas que las portan.

-Sonsio, me duele el pedrolo.
-Entonces no hay polvo que valga, chiqui.

Anónimo dijo...

señor deconstruido:

ya te leo hace un tiempo prudencial como para dejarte un coment.
me he dado cuenta que no eres un niño, pero bueno, eso lo sabes, que te cuesta bastante en dia a dia,pero que la llevas...
un poco de paciencia, que ya vendran dias en que ni siquiera querras escribir, tu heladera parecera museo, y no tendras compañera de piso para criticar.
es que los dias se ponen peor aun
que lo disfrutes...